Que lo más importante es la medición de indicadores económicos como: taza de empleo vs desempleo, crecimiento del PIB (producto interno bruto), promedio de ingresos per cápita y en fin todo el abanico de medición de los indicadores relacionados al crecimiento económico. En sociedades como las nuestras (Ecuador y América Latina), históricamente agobiadas por el desempleo crónico, se ve como normal que las autoridades se empleen a fondo y desarrollen, aunque no lo logren, toda una retórica en función de la creación del empleo y el progreso material. Olvidando a veces, elementos claves de la vida social como la solidaridad, la sociabilidad, la cultura en todas sus formas, el ejercicio físico, como contenidos fundamentales para generar mejores modos de vida.
Algo de eso nos pasa en nuestra ciudad. Agobiados como nos encontramos, con los problemas del agua potable (que se solucionará con el proyecto que se encuentra en marcha), el arreglo de las calles, el desempleo, los bajos ingresos en algunos estratos de la sociedad esmeraldeña, los problemas de la violencia en todas sus formas. Nos concentramos en resolver esos y otros problemas urgentes, siguiendo a veces vías poco adecuadas, como el individualismo, que exacerba la fragmentación social y encuentra en el consumo una vía de escape.
En otras sociedades que han padecido similares, o más graves problemas que los nuestros; sin descuidar las acciones orientadas a la creación del empleo y mejorar el ingreso de las familias y el progreso material; se han concentrado en la construcción de políticas públicas que generen acciones orientadas a la cohesión social de la población. Pero qué es una política pública?; dicho de manera sencilla, una política pública en primer lugar se define “como la intensión que un tomador (este rol tiene solo la autoridad política, un actor privado no puede definir una política pública) de decisiones adoptadas para resolver un problema o un conjunto de problemas”. En segundo lugar esta, o estas intenciones, se normalizan y toman formas de ordenanzas, decretos, leyes, reformas constitucionales, etc. En un tercer momento, que es el de mayor importancia, se le asigna un presupuesto, con la finalidad de que las ideas se concreten en forma de: programas, proyectos y acciones, que se desarrollan de manera sistemática y estructurada.
Una de estas políticas que el Municipio de nuestra ciudad está pensando implementar, es la que se puede denominar “la política pública de la cultura”; o si es más de una, pueden denominarse “las políticas públicas de cultura”. Esta política, o conjunto de políticas culturales tienen el objetivo de generar cohesión social y elevar la autoestima de la población y por otro, generar ingresos económicos para los gestores, artistas y empresarios culturales. Esto es lo que hicieron ciudades como Medellín en Colombia, Curitiba en Brasil, Kerala en la India, con excelentes resultados.
Se preguntará qué es lo nuevo, si el Municipio de Esmeraldas desde hace más de diez años ha designado y designa un rubro importante a la realización de eventos de tipo cultural. Lo nuevo es que una política cultural no es un evento, ni eventos culturales que se realizan de manera aislada. Se concibe como un proceso y sus objetivos no se centran solo en la diversión de la población; sino, como se dijo, busca la cohesión social de la población y para lograr este objetivo, se tiene que recurrir a los valores más profundos de la sociedad, a su memoria histórica; busca resignificar las memorias del pasado: orales, visuales, gustativas, musicales, los valores, puestos en contexto; que a veces se han olvidado o se han atenuados.
Esta política o políticas culturales, buscará trabajar con todos los actores. Jóvenes, hombres, mujeres, niños; todos los grupos sociales, sin exclusión de ninguna clase, ya sea por condición social, étnica o económica. Se buscará revitalizar todos los saberes: gastronómicos, de medicina tradicional, manejo del espacio, la música y danza tradicionales. Se busca robustecer la personalidad histórica y cultural de la ciudad y la provincia y su identidad. No hay que olvidar que una de nuestras manifestaciones ya ha sido declarada como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad. Esta condición de ciudad y provincia patrimonial debe ser impulsada y puesta en su justo valor.
Uno de los sectores que será atendido de manera prioritaria son los jóvenes. Éstos más que cualquier otro grupo son particularmente vulnerables a un conjunto de situaciones que modernidad y la postmodernidad les ofrece. Requieren por ejemplo, cierto apoyo para decodificar de manera crítica todos los lenguajes simbólicos que circulan por las redes sociales. Esto es más importante cuanto que vivimos en un momento, donde se sostiene que estamos dejando de ser homo sapiens, para ser homo videns (donde el predominio es lo simbólico), no el mundo del concepto en el que fuimos educados nosotros. Esto explica su gusto por el cine (a veces de mala calidad, que es lo único a lo que pueden acceder), los video clip y todo lo que se relaciona con lo visual y simbólico.
Pero es este grupo el que más posibilidades tiene de desarrollar e innovar, por su vinculación con las tecnologías de la información y la comunicación, por su predisposición al cambio, al lenguaje simbólico, a la creación. Todos estos atributos les abre un enorme campo a la creación artística en todas sus formas. La música, el teatro, la creación de videos, documentales. En fin a todo aquello que se denomina la economía post industrial.
En este sentido la política cultural, no tiene por qué estar divorciada de las políticas de creación de empleo y de desarrollo material. La política cultural debe contener el sentido, el ethos que conduce y guía a la sociedad.