Para hablar de Esmeraldas, hay que conocerla. En mi caso, puedo decir que conocí Esmeraldas desde antes de visitarla, pues, desde muy pequeño, escuchaba las historias de mi madre y veía las fotografías de mis tíos y tías, sobre sus vacaciones familiares en Esmeraldas, siempre rodeados de palmeras hasta donde llegaba la vista y de gente acogedora, amable y sencilla. Incluso, conocí Esmeraldas a través de los relatos de amigos extranjeros que, al descender la cordillera, según ellos, entraban en un mundo mágico de árboles enormes y calor abrazante, de ritmos y frutas exóticas.
Posterior a estos primeros encuentros "no personales" con esta hermosa tierra, por fin conocí Esmeraldas, como la mayoría de serranos, especialmente capitalinos, desde la posición de turista, pues he pasado innumerables veranos en sus playas y malecones. Con seguridad, los mejores días de mi vida. Es desde este punto de vista, desde donde más veces he podido apreciar la geografía, la gastronomía y la demografía de la otrora "provincia verde".
Sin embargo, a pesar de tantas visitas turísticas a la provincia y de tantos relatos, poco pude conocer de esta ciudad. Tal vez porque, como habitantes del callejón interandino, lo único que importaba era el sol, el mar y la arena; o, tal vez, porque se la consideraba limitadamente atractiva para el visitante, tanto nacional como extranjero. La cosa es que, la ciudad de Esmeraldas era más de paso que un destino en sí mismo. Un ejemplo de esto que me viene a la mente es la comparación entre la inversión en servicios básicos e infraestructura turística en los balnearios esmeraldeños fuera de la capital provincial, y la inversión en servicios y en infraestructura dentro de la ciudad, en los últimos 20 años.
Puedo asegurar que realmente conocí Esmeraldas a fondo, tanto a la ciudad como a la provincia, cuando tuve la hermosa oportunidad de vivir y laborar en ella. Desde esta posición de profesional, desde la cotidianidad del trabajo y la convivencia con la gente, es que descubrí un lado de Esmeraldas totalmente diferente del que se puede ver como turista. Tuve la oportunidad de conocer con mayor detenimiento su geografía humana, seguramente el mayor tesoro de este pedazo de Ecuador, así como las relaciones entre su gente y la ciudad, gracias a las valiosas personas que me incluyeron en sus vidas; especialmente un colega que, afortunadamente, hasta hoy, es un cercano amigo. Con él, comí encebollados en las huecas, paseé en moto, conocí la vida nocturna de Las Palmas, conocí a mucha gente local y, básicamente, me hizo sentir como un esmeraldeño más.
De esta manera, gracias a vivir la ciudad en casi todas sus dimensiones, entendí por qué la ciudad de Esmeraldas era más de paso a otros balnearios de la provincia, y menos un destino per se: la insatisfacción de las necesidades básicas de la ciudadanía era abrumadora, en el sentido de una falta abismal del cumplimiento de los derechos humanos; y, la desatención de los requerimientos estructurales mínimos para que la ciudad funcione, incluido el atractivo estético. Entonces, era evidente que la clave de la transformación de la ciudad residía en que el gobierno local: garantice los derechos humanos; dote a la ciudad la infraestructura básica a la urbe y su gente; y, amplíe el universo simbólico esmeraldeño, sobre el cual se pueda desarrollar la nueva identidad esmeraldeña.
Después de dejar esta tierra, que algún día fue la extensión más esplendorosa del bosque húmedo tropical occidental ecuatoriano (zona biogeográfica del Chocó), la información que recibía de mi amigo apuntaba a que la ciudad siguió sumergida en un mar de necesidades insatisfechas por varios años más. No obstante, hace un par de años, mi amigo me aseguró que llegó a Esmeraldas una administración municipal diferente, con la voluntad política necesaria, con el ímpetu propio de la juventud y con las ideas innovadoras precisas para comenzar la transformación, no solo de la ciudad, sino de la vida de los esmeraldeños.
De esta manera supe que la Alcaldía de Esmeraldas institucionalizó un nuevo paradigma: pensar la ciudad, la administración municipal y los servicios públicos, desde la garantía y el cumplimiento de los derechos humanos y civiles de sus ciudadanos. Esto en particular me incentivó a seguir el desarrollo de este GAD a través de sus comunicaciones y publicaciones. En este sentido, pude observar que la nueva visión de la administración de la ciudad, se encuentra evidenciada ya en acciones y obras concretas de la municipalidad.
Siendo el acceso al agua limpia un derecho fundamental, así como un enorme problema que ninguna otra administración municipal pudo solventar, el mejor ejemplo de la materialización de este nuevo axioma político es la titánica labor que se está realizando para dotar de agua potable y saneamiento a la ciudad. Es sin dudas, un hito histórico para la gente y la ciudad de Esmeraldas. A esto cabe añadir que el Plan de Regeneración busca optimizar recursos, reducir tiempos, así como costos, enfocándose en su integralidad. Bajo esta perspectiva holística, si se interviene el sistema de agua y saneamiento, también se interviene el sistema vial y de iluminación. Así es como se construye comunidad, seguridad y pertenencia.
Otros ejemplos importantes que encontré sobre el cambio esmeraldeño basado en la garantía de derechos a través de la infraestructura de servicios son: la iniciativa del Mercado Municipal Tierra Negra, que busca ordenar la ciudad, ampliando las oportunidades de comerciar en espacios dignos y con cuidados, tanto para el comerciante como para el comprador; ésta iniciativa asegura el derecho al trabajo digno y el derecho a un espacio público organizado para la libre circulación de peatones.
Los patios de comidas del Puerto Pesquero Artesanal y del Malecón Las Palmas, por ejemplo, que buscan fomentar la deliciosa gastronomía local, de manera higiénica y nutritiva, mientras se difunde el patrimonio cultural culinario de Esmeraldas; aquí se asegura el derecho del consumidor a acceder a la cultura gastronómica esmeraldeña de manera segura e inocua, al mismo tiempo que se afirma el derecho al trabajo digno.
El Centro de Atención Integral para la Niñez y Adolescencia y Familia (CAINAF), que brinda un espacio digno para actividades lúdicas y la formación socialmente cohesionante de los más pequeños. Esta iniciativa especialmente diseñada para la consecución de los derechos de la niñez y la adolescencia, así como los derechos de las personas discapacitadas, crea una cultura de valores basada en derechos. La inclusión y la solidaridad crean un tejido social más fuerte y mejoran las circunstancias para la erradicación de la violencia. Por citar solo algunas de las muestras de la gestión y ejecución de obras en base a garantías fundamentales.
También me sorprendió gratamente evidenciar que la Alcaldía de Esmeraldas instauró la innovación política en la ciudad, encausando la institución hacia un gobierno junto a la ciudadanía. En este ámbito, es importante resaltar la iniciativa “El Alcalde En Tu Casa”. A través de ésta, las máximas autoridades municipales y los técnicos que ejecutan las obras en territorio, se relacionan directamente con la población en su propia localidad, creando nuevas relaciones político sociales basadas en el respeto, la inclusión, la apertura al diálogo, la solidaridad, entre otros valores.
De igual modo, este acercamiento a los mandantes optimiza la socialización y explicación in situ de las obras ante la ciudadanía, el escuchar sus necesidades, inquietudes y responder a sus preguntas, construir consensos con la comunidad y conectarse con las realidades de los ciudadanos para tomar decisiones. La mayor innovación resultante de esta iniciativa es lograr ampliar el derecho de las personas a la participación, como inicio para un modelo robusto de cogobierno con los ciudadanos. Éstas son las mayores muestras de la nueva Esmeraldas,! la de los ciudadanos!.
En esta línea, al satisfacer las necesidades básicas, edificando la infraestructura necesaria y construyendo la innovación política requerida, se está satisfaciendo, también, el derecho a la autodeterminación simbólica y cultural, cardinal para el desarrollo e institucionalización de la identidad y la cultura esmeraldeñas, así como en el desarrollo de la imaginación y modelación de la ciudad. Esto permite que la población se apropie de su ciudad y de sus nuevos servicios, que los cuiden y defiendan, y que reclamen cuando no estos no cumplen su función, porque es su derecho. Justamente, la regeneración del sistema de iluminación pública, no solo alumbra físicamente, sino que alumbra internamente a la ciudadanía, brindando autoestima y seguridad.
Ahora bien, he encontrado que también existen iniciativas netamente orientadas a crear una cultura de organización y de comunidad, al mismo tiempo que se fomentan valores y cultura. Eventos como Pon a Volar Tus Sueños, a través del vuelo de cometas, preponderan a la familia, los valores de respeto y unión, así como de sano esparcimiento; valores que la ciudad requiere para construir su nuevo ethos. De igual forma, la realización de conciertos (de música y danza tradicional esmeraldeña y música internacional) obras de teatro apuntan a complementar los esfuerzos por crear nuevos referentes simbólicos que impregnen la nueva cotidianidad esmeraldeña.
Con todo, la construcción de la nueva Esmeraldas requiere más que un período de gobierno municipal, requiere la sedimentación de políticas públicas que no dependan del va y ven político. Requiere preponderar eventos culturales y sociales que sean una ventana para las expresiones artísticas locales, la música y danza tradicional, pero igualmente las nuevas expresiones urbanas y todas las actividades que actúan los contenidos locales. Requiere tomar en cuenta que la reforestación y la recuperación de ríos y esteros, del ecosistema y la biodiversidad, significa ecoturismo, agroturismo, turismo comunitario, equivalentes a empleo y sostenibilidad. Requiere que la construcción de un nuevo ethos esmeraldeño apunte a que la ciudadanía sea tomada en cuenta en la toma de decisiones, pero también en la toma de responsabilidad y compromiso ante la ciudad y la ciudadanía.
Quiero retornar a Esmeraldas y constatar que la trasformación es real, que Esmeraldas camina hacia la recuperación de su exuberancia forestal y faunística. Quiero redescubrir una Esmeraldas proyectada hacia un futuro, que apunta a recuperar todo su patrimonio biológico y ancestral. Quiero reconocer que el ethos esmeraldeño ha progresado, no solo para que los turistas nacionales y extranjeros la busquen como destino de recreación y aventura, sino para que los esmeraldeños se colmen de autoestima, confianza, y autoreconocimiento y nos lo contagien al resto del país. Quiero ver a Esmeraldas recuperarse de tantos años de abandono. Sé que tomará tiempo, pero quiero constatar que lo que me cuentan desde Esmeraldas, y lo que se puede evidenciar en redes y medios de comunicación, es una realidad que invita a soñar que todo el Ecuador se puede transformar.