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Ciudad y valor social

Arq. Daniele Rocchio Mgt.

  • Fundador de la oficina de Arquitectura y Urbanismo ANTITHĒSIS • Facultad de Arquitectura y Urbanismo - UTE - E-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. - Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. - Celular: 0996103552.

El reto de las ciudades contemporáneas es, sobre todo, el desarrollo de un sistema resiliente, inclusivo, sostenible y seguro. Es necesario, en tal sentido, diagnosticar críticamente el lugar específico y su relación con el entorno macro (global) y micro (aledaño) para poder definir estrategias y conceptos de intervención. El objetivo es estructurar visiones futuribles identitarias que sean representación de la realidad: “El desafío del proyecto arquitectónico, entendiendo la arquitectura como multiescalar - “de la cuchara a la ciudad” (Ernesto Nathan Rogers, 1952 Carta de Atenas) - en la época contemporánea es de entenderse no solo como proceso técnico y metodológicamente estricto a un dictamen predefinido, sino como practica intelectual y artística donde el arquitecto es el inspirador y la guía de un “hacer” entendido como proceso de proyecto que lleve a una profunda reflexión sobre las visiones futuras y futuribles del modus vivendi del ser humano en relación al medio específico (“genius loci”). La perspectiva es entonces la de crear un espacio crítico a través de análisis y diálogos multi y trans-disciplinarios para poder confrontarse con un sistema que incluya en el escenario los futuros usuarios (diálogo participativo y colaborativo) para que la práctica arquitectónica evolucione a un nivel comunicativo que sea al mismo tiempo universal (soy ciudadano del mundo) y específico (soy de aquí). Leon Battista Alberti con sus “necessitas, commoditas e voluptas” resulta ser más que actual si, dejando por un momento de lado “distribución y construcción”, se enfoca la atención en la “voluptas” entendida como voluntad comunicativa de la obra en su contexto espacial (macro-micro) y temporal (pasado: tradición, presente: comparación, futuro: visión). Así es que el “cogito ergo sum” de Cartesio y el “si fallor sum” de Sant’Agostino, leídos en clave arquitectónica, son un input a un continuo experimentar conscientemente. Por conscientemente se entiende que el arquitecto debe mirar al proceso (desde la ideación hasta la ejecución) como a un camino sin principio ni fin. El proyecto en este escenario resulta ser en continuo devenir sea desde el punto de vista técnico (“necessitas”, “commoditas”) que desde el punto de vista filosófico (“voluptas”), tomando en cuenta la posibilidad del error y las consiguientes intervenciones necesarias. El modelo a seguir necesita entonces de una visión de flexibilidad constante para que, “de la cuchara a la ciudad”, el sistema resulte ser resiliente y sostenible. El objetivo es mirar al proyecto como espejo de la realidad atemporal (pasado, presente y futuro) específica (modus vivendi), donde el proceso sea expresión de tal realidad y comunique su mensaje a través del arte” 1 . Con estas premisas, la ciudad en su proceso creativo y sistema de ordenación del espacio público es “obra y producto” (Lefebvre, 1968) socio - comunitario donde el individuo desarrolla sus necesidades y potencialidades. En una visión marxista, el espacio como “obra” se entiende como lugar con valor de uso específico que es propiedad cultural de una colectividad con conciencia crítica propia. El espacio como “producto”, de otro lado, representa la identidad del consumismo contemporáneo globalizado que, de manera paulatina, ha asignado el valor de mercado a los lugares de la colectividad2 . El escenario de las ciudades contemporáneas de Latinoamérica, es en muchas situaciones, de segregación socio-espacial que condiciona negativamente hábitat y modus vivendi del ser humano que vive en realidades sin seguridad, exclusivas y no sostenibles. La resiliencia, como capacidad de adaptarse a los cambios, llega a ser más sobrevivencia y lucha continua donde la falta de visión es la identidad específica de la cual se hablaba anteriormente. 1 (“Hacer Ciudad” - D. Rocchio, M. Cruz, R. Porreca, W. Jacome, L. Freire, J. Martinez –2016, Editorial UTE - Quito). 2 Sobre este tema se vea “Valor de uso y espacio urbano: la ciudad como eje central de la conformación política, cultural y simbólica de las sociedades“- Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales Ulises Bernardino Márquez Pulido, 2014. A empeorar tal escenario, es el desconocimiento teórico y técnico en materia de proyecto (desde la planificación urbana hasta el detalle - “de la cuchara a la ciudad”), que se enfrenta cíclicamente con catástrofes naturales y antrópicas, sea en tema de reconstrucción (post-post) o en tema de nueva ideación – realización. El sismo del 16 de abril es un ejemplo claro de la falta de una política de prevención en tema de riesgo que mortifica a la ciudad y a sus habitantes. El gran potencial de las urbes de la costa ecuatoriana y en específico Esmeraldas con su alto potencial relativo al valor de “obra” social, hace reflexionar sobre la necesidad inminente de una planificación consciente y visionaria que abarca los puntos base ya ampliamente desarrollados durante la conferencia ONU Hábitat III y que, ahora más que nunca, necesitan ser puestos en acto práctico para que, citando Italo Calvino, los ciudadanos se sientan parte de la esencia intima de sus lugares: “Lo que le importa a mi Marco Polo es descubrir las razones secretas que han llevado a los hombres a vivir en las ciudades, razones que puedan valer más allá de todas las crisis”. (Calvino, 1972). Esmeraldas representa así una ciudad potencial para el desarrollo de los nuevos retos sociales, donde a través de una planificación visionaria, se implementen sistemas estructurantes arquitectónicos que devuelvan efectivamente el valor de “obra” identitario a sus habitantes.

La imagen de la ciudad es caracterización de proceso. Un proceso discontinuo en el tiempo que para su desarrollo necesita un trabajo de diagnóstico y de planificación estratégica continuo que pueda llevar a una definición socio-espacial agregativa, inclusiva y sostenible. El primer paso para lograr este reto es auto-concientizarse y apropiarse del espacio para que cada actor (sea ciudadano o ente público – privado) pueda desarrollarse espontáneamente en el respeto de un sistema planificado.

En tal sentido, el término “espontáneo” es utilizado en lugar del más común “informal”, en cuanto este último representaría un modelo sin forma y de consecuencia conceptualmente ubicada en un limbo social de inexistencia antrópica, pues este último término no es adecuado al caso específico que se está considerando, porque la esencia íntima de Esmeraldas es la de una “polis” con carácter propio y de auténtico reflejo social.

Así que esta ciudad, con su alto nivel socio – cultural y de presencia de recursos naturales, puede constituirse como la primera ciudad ecuatoriana capaz de abarcar una planificación “in motion3”, resultado de una operación de inteligencia colectiva desde el punto de vista de la movilidad, de la administración, de la economía, del ambiente y de la tecnología para lograr un modelo de mejora continua de la vida social de sus habitantes.

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