%PM, %16 %897 %2017 %20:%Ene

Un texto de la sociedad intercultural y el Estado plurinacional con la participación activa de la juventud

Autora: Juana C. Francis Bone

Colectivo Mujeres de Asfalto

“El evidente populismo no se alberga en el partido, mucho menos en el movimiento político este se aloja de forma permanente en la mala formación de las masas”.

#LinternaVerde

Colectivo

Con alta expectativa y a pesar de las transformaciones políticas que han ocurrido en América Latina durante las últimas dos décadas, la cultura política acompañada de nuestras prácticas políticas   ha dejado en evidencia pocos avances y sobre todo el voraz canibalismo heredado.  El continúo predominio de los elementos que no fomentan una participación autónoma y propositiva que ayude en la efectiva, eficiente y humana realización de la democracia. En medio de ese contexto político se destacan el conocimiento e interés por la política; la confianza interpersonal en las instituciones y en la democracia; la tolerancia; y la competencia subjetiva. Albergando así desde varias dinámicas la esperanza de nuevos días para nuestros territorios.

Almond y Verba publicaran su inspirador ensayo relacionado a la cultura política, trasciende en la historia contemporánea por sus conceptos referenciales de la Ciencia Política como uno de los elementos definidores del sistema político, de necesaria consideración para comprender la evolución y el funcionamiento efectivo del mismo. Cultura política entendida como el conjunto de actitudes, creencias, sentimientos e ideas subyacentes que orienta y dan sentido al proceso político y conforman los paradigmas y supuestos implícitos que determinan los comportamientos de los ciudadanos y los actores políticos y el funcionamiento efectivo del sistema político.

Inicialmente el reto de realizar una descomposición conceptual de una trilogía interesante: democracia, juventud e interculturalidad, se podría comparar a una saga constante en América Latina que nos expone ha un circulo indispensable de dinámicas conceptuales y de prácticas políticas innovadoras. Entendemos la democracia intercultural (o demo-diversidad) como el hecho que la democracia establecida y que todos conocemos no es la única existente. Esto como primera premisa de una descomposición técnica referente a las nuevas democracias latinoamericanas.

La participación de la juventud constituye así un camino fundamental para avanzar en una democracia de ciudadanía, para lo cual se requiere un compromiso firme del conjunto de los actores de la sociedad para promover liderazgos emergentes que contribuyan al avance de los derechos de todas y todos, renaciendo así un nuevo modelo de contrato social, donde ceder es un requisito indispensable para el buen vivir.

En este sentido la juventud, como cualquier otro sector de la sociedad es fundamental y no puede ser dejada de lado, la “participación ciudadana” no tiene, ni mucho menos necesita de una edad fija, se da a partir de la motivación, del interés en la vida política, a partir del inicio de su formación ideológica y de su capacidad analítica, es ahí… justo ahí que se encuentra el momento perfecto para que esa voz crítica  se encuentre con otras, más no se imponga en otras. Logrando así funciones como: la de promoción y fortalecimiento de la democracia, la formación de liderazgos más humanos y eficientes para nuestras comunidades.

Algunas de las actuales reivindicaciones y demandas colectivas de las democracias  cuestionan las pretensiones de validez universal de las concepciones explícitas de democracia a partir  de la idea de  “demodiversidad” , la diversidad de concepciones  y prácticas  democráticas alternativas  al modelo electoral representativo dominante,  como: formas participativas, deliberativas, radicales y comunitarias  ejercidas a diferentes escalas  que interpelan  directamente a la democracia representativa y son sistemáticamente invisibilizadas o desacreditadas por la teoría democrática convencional/tradicional.

Desde la mirada más territorial y en oportuno contexto con la Provincia de Esmeraldas donde el significado de participación resurge desde la propuesta más integral en los últimos 11 años, institucionalizando propuestas de construcción y en armonía con procesos sociales legítimos, en contextos difíciles como el de pobreza, falta de obras con sentido de pertenencia, potencialidad de capacidades y ciudadanización de la incidencia política efectiva. Existen vicios del poder que continúan sin ser descartados por acciones ciudadanas como la corrupción.

En un contexto complejo donde la ciudadanización de la institucionalidad o la práctica de observatorios y veedurías responsables desde la comunidad para el Estado/ Gobierno no hacen un pare como demandas de prioridad, pero el sistema es cruel con la agudeza de las tensiones territoriales y confronta el espacio desde lo básico como es el acceso a servicios. Con facilidad vemos este ejemplo de territorio con potencialidades al desarrollo, estancado por las heredades de la mala administración y los vicios claros del poder.

Así la demo-diversidad no sería un laboratorio experimental para un político, para la ciudadanía o para colectivos organizados que desconocen de política, más bien, sería la plataforma final de quien comprendió que la política es más que una función social racionalizada de la participación. Cabe cuestionarse lo siguiente:

¿Por qué hablar de democracia en contextos complejos de participación?

¿Por qué hablar de interculturalidad? ¿Por qué hablar de juventud? ¿Por qué hablar de participación como mecanismo de reestructuración de la institucionalidad? Interrogantes que traen consigo temas transversales como: Estado, nación, participación, consensos, acuerdos, lo político y la política como ejes transversales de la realidad latinoamericana y del Caribe. La primera pregunta que nos hacemos siempre es: ¿para qué participar?, y, la respuesta es simple: “porque es necesario, así construimos la sociedad pensada desde nuestra diversidad, desde nuestra realidad” esta participación trasciende y deconstruye conceptos básicos de nuestra sociedad como la bien admirada y popular democracia.

El nuevo ciclo de movilizaciones populares que se extiende por las calles y plazas del mundo, desde la primavera árabe hasta la reciente ola de protestas en Turquía y Brasil, tiene como substrato común la lucha por la demodiversidad o, en palabras de Boaventura de Sousa Santos, por “la coexistencia pacífica o conflictiva de diferentes modelos y prácticas democráticas”.

Las luchas por la demodiversidad implican una doble tarea:

 1) Denunciar las limitaciones de la democracia liberal, que se ha revelado en un sistema político ineficiente, opaco, reproductor de desigualdades, subordinado a intereses privados y, sostenido, en buena medida por: la corrupción, el conformismo y la apatía. Y

2) Rescatar experiencias democráticas alternativas desacreditadas por la concepción arrogante y empobrecedora de la democracia que predomina en la academia y la sociedad: experiencias participativas, deliberativas, comunitarias, incluyentes y radicales con potencialidades contra hegemónicas.

La “democracia primitiva” sumeria estudiada por Jacobsen; la deliberación directa del demos en la ekklesia en la Atenas de Pericles; la democracia directa en determinados cantones suizos que inspiró las ideas políticas de Rousseau; la democracia jacobina en la Francia revolucionaria; los procesos de decisión política en la lógica del poder comunal del que habla Tocqueville en referencia a la comuna de Nueva Inglaterra; la democracia oral ejercida en torno al árbol de palabras en aldeas africanas, alrededor del cual se toman decisiones sobre la vida cotidiana; la Comuna de París, exponente histórico de la democracia obrera participativa; la democracia de los soviets (consejos de trabajadores, soldados o campesinos) en los inicios de la Revolución rusa; la formación de comunas campesinas en la China de Mao Zedong; la democracia comunitaria directa de los ayllus andinos; el “mandar obedeciendo” y la “palabra verdadera” de la democracia zapatista; los consejos comunales en Venezuela; las democracias populares en Europa del este entre 1945 y 1989; los presupuestos participativos; las democracias feministas, que incorporan las expectativas y exigencias de las mujeres; la democracia electrónica; la planificación participativa en Kerala (India); la participación ciudadana en la evaluación de impactos científicos y tecnológicos son, todas ellas, experiencias de demodiversidad situadas en los márgenes de la historia política moderna.

A mi modo de ver y en coincidencia con el filósofo político Antoni Jesús Aguiló las luchas presentes y futuras por la demodiversidad se   sobre los siguientes ejes:

La batalla por la definición y el significado de la democracia. Como sostuvo Wittgenstein, “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”. Los límites del lenguaje demarcan el ámbito de lo pensable, lo decible y, junto a ello, de lo posible. Sin embargo, los límites mentales y experienciales impuestos por los significados hegemónicos pueden ser transgredidos desde otros lenguajes capaces de ampliar el campo de lo posible. Esta ampliación suele ser el resultado de profundas transformaciones semánticas. Las luchas por la demodiversidad son luchas por la re-significación política y social la democracia; luchas por desnaturalizar la semántica de la democracia liberal y forjar lenguajes democráticos alternativos, pues no existe una sola concepción ni una sola práctica de la democracia. La democracia es una práctica social geográfica e históricamente localizada y culturalmente enraizada que asume formas y significados diversos a través del tiempo y del espacio.

La batalla por la incorporación de nuevos sujetos políticos. El ciclo de indignación popular que atravesamos ha supuesto la entrada en escena de una diversidad de sujetos (desempleados, jóvenes precarizados, desahuciados, estudiantes, pensionistas, etc.) despolitizados por la democracia liberal, que otorga el privilegio de la representación política a sujetos organizados en los cauces de canalización democrática tradicionales. Por el contrario, las luchas por la demodiversidad exigen el reconocimiento de la amplia gama de sujetos cuyas formas de lucha no se inscriben necesariamente en las clásicas estructuras partidarias y sindicales. Estos sujetos presentan múltiples formas de organización y participación política: mareas ciudadanas, el 15M, Occupy, el movimiento 5 Stelle, Syriza, las CUP en Cataluña, partidos piratas, entre otras.

La batalla por otros espacios de construcción democrática. La cultura política de la democracia liberal desdeña los espacios de acción política fuera de los canales formales de la democracia representativa (parlamentos y partidos políticos). Considera que la democracia se resuelve “en las urnas” y no “desde una tienda de campaña” (José Bono) o que se ejerce “con votos y no con pancartas” (José Antonio Bermúdez de Castro). Las luchas por la demodiversidad redefinen y amplían los espacios de la política, abriendo un campo político popular y democrático de acción extra-institucional que señala el agotamiento de la democracia de partidos y reclama nuevos esquemas participativos. No es casual que en la actualidad las luchas más promisorias por la demodiversidad se den al margen (y a menudo en contra) de los espacios institucionales de la democracia: en calles, plazas, escuelas, fábricas, redes sociales, etc.

La batalla por otras prácticas democráticas y de participación popular. Estas prácticas involucran altos niveles de politización; se producen con una intensidad y duración variables; visibilizan un conflicto, demanda o necesidad específica; y permiten pensar la democracia como una práctica social y una forma de vida cotidiana. Acampadas, asambleas populares, marchas indignadas, ocupaciones de lugares públicos, gritos mudos, desobediencias cívicas pacíficas, cercos al Congreso, performances artísticas, escraches, plebiscitos populares, entre otras iniciativas, dan cuenta de un vasto repertorio de formas de ejercicio del poder popular y ciudadano que desbordan los límites de una democracia insuficiente que no sólo no lo permite, sino que lo bloquea y a menudo lo criminaliza.

La batalla por formas de sociabilidad alternativas. Las luchas por la demodiversidad son portadoras de una cultura política en sentido amplio fundada en bases más igualitarias y participativas que se alejan de las formas de sociabilidad (individualismo, clasismo, consumismo, etc.) propias del mundo (neo) liberal y capitalista institucionalizado y globalizado.

La humanidad se ha instalado en una mono-cultura electoral capaz de destruir la pluralidad de formas democrática, para las cuales el sufragio individual no constituye el principio y el fin de la democracia. ¿Será el actual ciclo de luchas por la demodiversidad el germen de una nueva ola de democracia participativa que acabará con el dominio de esta monocultura?

El resto siempre estará en esforzarnos en conceptualizar los sistemas políticos, en innovar nuestras formas de hacer política, en generar sinergias con elementos de nuestras diversidades sociales, políticas y de concepciones económicas. En redescubrir la personalidad política de América Latina. Esmeraldas y su población políticamente activa se encuentran en esa búsqueda de forma inconsciente, como cuando un niño empieza hablar asumiendo nuevos roles y dejando de ceder poder por ceder, la fortaleza de la construcción del poder popular desde las bases. Reconstruir nuestra ciudadanía irreverente desde contextos complejos y dinámicas diversas en nuestra puesta en marcha como ciudadanía.

(+593-6) 2 995220

info@esmeraldas.gob.ec

Lista de Extensiones

Dirección

Av. Olmedo entre Juan Montalvo y Rocafuerte, 080117
Av. Olmedo entre Juan Montalvo y Rocafuerte (Alcaldía)
Esmeraldas
Esmeraldas
Ecuador
Ecuador

Horario

Lunes a Viernes
Lunes a Viernes
08:00 - 16:00 (GMT-5)
08:00 - 17:00 (GMT-5)